lunes, 22 de septiembre de 2008

.. de las letras y los puntos.


Al final me importo mas tu letra que tu son, luego de buscarte la lógica, muda como tu sentido, pesada como mi amargura. Desde chico te maquillé mas grande y diva de lo que eras, cuando ignoraba a tu hermana triste, a esa la del violín, a esa la que a tu lado cortejaba mis sentidos y me ablandaba el corazón. Esa que no se burló de mi flacura, esa que despedía mis días sin saberlo, esa que me abrazó como una amante que te desea, toda infiel, que te invita toda a que seas mas del viento que de ella. Mas acá nos vimos mas y sobre la tierra ya, reconocí tu rostro y te recordé como a un tatuaje en la espalda, siempre mío, pero inmensamente olvidado porque ya no me causaba dolor. Y es que el oceánico sufrir que me causaste me sembró ese rayo de sombra que necesitaba para seguir viviendo, ya no mas flaco, ya no mas inocente, casi un hijo de la calle, un padre sin escuelas, un nieto sin abuelas.
Al final siempre fuiste la que sin blancas y sin corcheas movía mis pies, mi torpe danza, mi austero caribe, mi cojera, mi tambaleo y mis memorias, que no son muchas porque olvidar es mi don y mi maldición, siempre y aunque no lo quiera; aunque esta noche sin luna te recuerde y te haga mía otra vez, aunque me vista otra de vez de amargura, aunque ya no sea flaco y aunque no vea mas a la del violín.
Al final me importó más tu mirada que tus ojos, esa mirada gris que no me regaló mas la ilusión que perdí de pequeño; esa lágrima que me hizo falta pero que no brotaba del cansancio de todas las noches que te lloré, esperando.
Al final no me importó tu mirada de miel que no me miraba.
Al final eras tu, la que no me miró, la que ignoró mis gritos, mi angustia y mis lamentos pintados en esa puerta que daba a la playa; al final esa tarde gris se hizo negra cuando no supiste adornar mi miseria con un poquito de piedad y mi agua se hizo sal por la lluvia que inundaba esa carroza blanca que nos vio nacer y morir frente a ese nido cruel, ese que me esperaba cada mañana.
Al final me gustó más tu risa que tu boca, esa risa que se convirtió en la mas sublime sinfonía de dedos, de manos y de piel jamás interpretada; esa risa que me quitaba el aire, la angustia y toda la calma;
Al final me gustó más tu hola que mi adiós, ese tonto adiós que me quitó la esperanza, que me abrazó a la muerte, que se llevó mis musas, que mató mis ganas, que me secó hasta el alma.

domingo, 21 de septiembre de 2008

...


yo no sabía que no tenerte..

podía ser dulce como nombrarte, para que vengas,

aunque no vengas, y no haya sino, tu ausencia,

tan dura como el golpe que me dí en la cara, pensando en vos..
J.Gelman

martes, 9 de septiembre de 2008

de la paz..

Solo vertirse en una vasija llena de paz, nada mas.. luego vivir otra vez, o simplemente dejar que las cosas sigan y morir tranquilo..