jueves, 2 de julio de 2009

memorias de mis musas tristes...



Ayer comenzó con lo mismo de cada semana, no me quiere ver la cara, no me quiere hablar, no se decide a mirarme de reojo para que pueda tomar la pluma fuente de tinta rara, y volver a escribirle a los 3 kilos de dolor que siempre me esperan en el lado derecho de la cama.
Ya hoy ha debido volterarse y dirijirme al menos una miradita de desprecio, esa que siempre me sonroja y me pone a divagar entre los recuerdos y la gran sabana de lamentos en los que se había convertido mi sórdida existencia desde hace años. No lo entiendo y no me parece lógico, si la semana pasada no solo me miró sino que se me acercó suavemente y con la mano me recorría la espalda hasta erizarme la voz y el recuerdo, no lo entiendo. La ultima vez la pasamos de maravilla, conversamos del pasado, de los malos ratos, de las infamias, de esa cicatriz que no cura nunca, de el puré de reproches en que se había convertido mi año nuevo, de la sinfonía de lamentos que nos hacia tan felices y que nos sentabamos a escuchar esos sabados por la noche, juntos, solos, con un buen pinot noir a la luz de varias velas y una lamparita que alumbraba poco.
No lo entiendo, si la ultima vez la hice mia al compás de mis lágrimas y la desazón de ambos nos arropó hasta el amanacer. No comprendo que pasó, si eramos tal para cual.. un par de enfermos de desamor y desventura que alucinabamos en una vorágine de melancolía colectiva exquisita..
no entiendo que pudo haber pasado.
Estan tocando el timbre, es otra persona... tiene otro rostro, me da luz.
Debe ser por eso que no vino más.

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