martes, 25 de noviembre de 2008

de las marchas, los tonos y la fe...

Una procesión en un pueblo de los Andes sudamericanos. Sabado en la noche, a casi 3000 mts de altura sobre el nivel del mar. Alrededor de 50 feligreses, caminando por las pequeñas calles de ese pintoresco pueblo que no tenia mas color de noche. La imagen venerada, en brazos de algunas mujeres robustas, fieles, que llevaban sobre si el peso de la fe y porque no, de la esperanza. Humo de incienso esparcido por un joven de feliz aspecto, que parecía casi divertirse con este mortuorio ritual que siempre inspira respeto y algo de miedo a los chiquillos del pueblo que no se atreven a correr alrededor del venerado. Un grupo de musicos con bombos, tarolas y platillos, marcando el compás en una marcha casi funebre adornada solamente por la melodia de un grupo de saxofones, trompetas y un pequeño flügelhorn, que en tono patéticamente menor, le daban a la escena un baño de oscuridad que solo se rompía por las grandes velas de las ancianas devotas que rodeaban la caravana.
Si, el tema religioso es cuativador y reconozco que poco a poco me obsesiona y me dibuja en carboncillo, ese perfil de las formas que le dan vida al alma del colectivo.

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